lunes, 30 de junio de 2008

Yo soy Yo

Mirando el reloj contemplo el transcurrir de cada minuto, al llegar a sesenta se completará la segunda hora en silencio absoluto. Miro el ordenador y sé que estás pero no hay respuesta, me cuidé mucho para no ser esclava de un sentimiento, pero no me advirtieron que entregarme por voluntad no es esclavitud.
A veces pienso que hubiera sido mejor no contestar el primer saludo que te escuché pronunciar, ojalá pudiera olvidarme del brillo lunar que tus ojos poseen, del paso lento y acompasado con el que te acercaste la primera vez, con esa sonrisa breve, sencilla, reservada, como todo tú sueles ser.
Revivo el aroma a tierra mojada, el frío que calaba hondo, mi abrigo insuficiente y ahí estábamos. Nada me era familiar, solo tú, siempre tú…
Siempre distintos. Yo: jeans negros, botas, camisa blanca, sonrisa amplia, con los ojos llenos de lágrimas que entonces pude contener y ahora sin control brotan, actitud torpe que tanta gracia y desconcierto te causaba.
El vuelo tres horas retrazado, en silencio me mantuve hasta que llegué, reflexionaba en todo el tiempo perdido tan lejos de ti, de mi, de nosotros. Hoy, en la distancia todo cobra un sentido distinto ¿podrás entenderlo?
Tengo curiosidad, me gustaría enterarme del momento exacto en que ocurrió la metamorfosis.
Tan perfecto eras que no podía ser verdad, no aprendimos que en el amor… pierde todo el que quiere ganancia. Absurdo precio que hemos pagado para lo que no puede cuantificarse.
Incrédula contemplo tu arrogancia, me sorprende la necedad impuesta a las frases, abatida asisto a nuestra agonía.
¿Cómo estás sin mí…?
Poco debiera interesarme y de una vez por todas soltarte, tirarte al olvido y continuar mi vida.
Inhalo profundo, ahora sé que Yo soy Yo… me han dado pruebas de que existo, amaneció en mi almohada la certeza, susurró a mi oído toda la noche y entre sus manos conocí el placer pleno de sentirme viva.
Fátima de M






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